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España, el último bastión de la inmigración ilegal: Europa cierra sus fronteras

septiembre 14, 2024
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Índice de Contenidos:

Introducción

La inmigración ilegal es un tema que ha generado intensos debates en toda Europa en las últimas décadas y ninguno para bien. Sin embargo, en los tiempos recientes, este problema ha cobrado una nueva dimensión, especialmente en España, que en los últimos meses parece haber quedado como el único país europeo sin restricciones significativas para la entrada de inmigrantes ilegales. Mientras el resto de Europa endurece sus políticas migratorias, España continúa con una actitud de puertas abiertas que, para muchos, resulta alarmante. En este artículo, analizaremos cómo España ha llegado a esta situación, las políticas migratorias de otros países europeos y las posibles consecuencias de ser el último refugio para la inmigración ilegal en el continente.

El panorama migratorio en Europa: un continente blindado

Los países nórdicos: de la apertura a la fortaleza

Durante años, los países nórdicos como Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia e Islandia fueron conocidos por sus políticas de apertura y acogida hacia los inmigrantes. Sin embargo, en los últimos 12 meses, estos países han dado un giro drástico en su enfoque migratorio. Con la excusa de la cercanía de Rusia y las supuestas amenazas a la seguridad territorial, han decidido cerrar sus fronteras y reducir a cero el asilo para cualquier persona.

Estos países han firmado un acuerdo de cooperación en deportaciones colectivas y han endurecido las condiciones para la entrada de inmigrantes. La narrativa oficial es que estas medidas son necesarias para proteger su integridad territorial, pero la realidad es que se han convertido en fortalezas impenetrables para aquellos que buscan un futuro mejor.

Hungría: la mano dura de Viktor Orbán

Hungría, bajo el liderazgo de Viktor Orbán, ha adoptado una postura aún más extrema. Cualquier inmigrante ilegal que entra en el país es inmediatamente deportado en autobuses pagados por el gobierno húngaro. En respuesta a las multas impuestas por Bruselas por no acoger inmigrantes, Orbán ha optado por enviar a los inmigrantes directamente a Bruselas en un gesto de desafío.

La política de Orbán ha sido clara y contundente: Hungría no es un país apto para inmigrantes ilegales sin contrato de trabajo. Su enfoque ha sido imitado por otros países de Europa Central y del Este, que también han endurecido sus políticas migratorias.

Austria y Alemania: el corazón de Europa se cierra

Austria, un país en el corazón de Europa, ha sido uno de los más estrictos en cuanto a la inmigración ilegal. Los diferentes partidos políticos han estado cambiando las normativas para hacer casi imposible que alguien sin un contrato de trabajo pueda entrar en el país. Esta política ha sido replicada por Suiza, República Checa, Polonia, Eslovaquia y Eslovenia, que han reforzado sus controles fronterizos.

Alemania, que durante años fue un símbolo de acogida, también ha cambiado su postura. A partir del 16 de septiembre, Alemania cerrará sus fronteras por razones de seguridad, especialmente después de varios intentos de atentados islamistas. El año pasado, Alemania ya rechazó la entrada a más de 30,000 personas, una cifra que refleja el cambio drástico en su política migratoria.

Italia y Francia: de la acogida al rechazo

Italia, bajo el liderazgo de Giorgia Meloni, ha adoptado una postura firme contra la inmigración ilegal. Meloni ha dejado claro que Italia no aceptará inmigrantes sin un contrato de trabajo y ha logrado reducir la llegada de inmigrantes ilegales en un 65% en el último año.

Francia, por su parte, ha recuperado los controles fronterizos con la excusa de los Juegos Olímpicos y la seguridad. Aunque los Juegos ya han terminado, los controles continúan, y Francia ya no deja entrar y salir a cualquiera. Este cambio ha sido un golpe para aquellos que buscaban establecerse en el país galo.

Portugal: un giro radical en su política migratoria

Portugal, que tradicionalmente había acogido a inmigrantes ilegales, ha dado un giro radical en su política migratoria. Ahora, el país exige un permiso de trabajo en los consulados del país de origen, priorizando a universitarios y ciudadanos lusófonos. Esta medida ha reducido significativamente el número de inmigrantes que intentan entrar en Portugal.

España: El último bastión de la inmigración ilegal en Europa

El gobierno del PSOE ha adoptado un sistema de identificación de inmigrantes que resulta críticamente inadecuado, aceptando, papeles escritos a mano con apenas un nombre y apellido, posiblemente inventados. España tiene la tecnología para verificar identidades mediante huellas dactilares y podría, si quisiera, contrastar esta información con los países de origen para conocer antecedentes penales.

Esta negligencia no solo pone en riesgo la seguridad nacional sino que también permite la entrada de individuos potencialmente violentos o fugitivos de la justicia, y son muchos los que entran así, mientras el resto de Europa endurece sus controles. ¿Vamos a esperar a que sea demasiado tarde para actuar? La democracia y la libertad de los españoles están en un punto crítico, y es indispensable un cambio de curso hacia políticas que protejan realmente a la ciudadanía y mantengan la integridad del estado de derecho. Para bien o para mal, solo VOX defiende estas medidas, pero el cuerpo mediático se encarga de mostrar una imagen amenazante del partido que no corresponde a la realidad.

Un país sin restricciones

En medio de este panorama de cierre generalizado de fronteras en Europa, España se ha quedado prácticamente aislada como el único país que no pone restricciones significativas a la entrada de inmigrantes ilegales. Mientras el resto de Europa endurece sus políticas, España sigue acogiendo a los inmigrantes con los brazos abiertos.

El gobierno español, en lugar de tomar medidas para controlar la inmigración ilegal, ha reforzado los servicios de ONG para atender a los inmigrantes y ha creado un efecto llamada al viajar a Mauritania y prometer 250,000 puestos de trabajo a los ciudadanos de ese país. Además, España reparte dinero a otros países con la intención de combatir la inmigración, pero los resultados son cuestionables, ya que los inmigrantes siguen llegando en grandes números.

Las cifras alarmantes de septiembre

Solo en los primeros 10 días de septiembre de 2023, 1,800 inmigrantes han llegado a España, la mayoría provenientes de Marruecos, Nigeria, Túnez y Guinea. Sin embargo, el problema no se limita a la llegada de inmigrantes, sino a la incapacidad del gobierno español para devolver a los inmigrantes ilegales a sus países de origen.

Marruecos, por ejemplo, no admite la devolución de inmigrantes ilegales, y solo un 7% de los marroquíes que llegan a España son devueltos. En el caso de Argelia, la cifra es del 9%. Esta situación ha convertido a España en un foco de atracción para las mafias del tráfico de personas, que han reducido sus precios para facilitar el cruce de inmigrantes a Europa.

El negocio de las mafias

El negocio del tráfico de personas se ha convertido en una industria lucrativa para las mafias, que han reducido los precios para cruzar a Europa. La ruta desde Libia a España cuesta ahora $3,000 por adulto, mientras que la ruta desde Senegal y Mauritania cuesta $1,500. Este dinero asegura prácticamente la llegada a España, lo que ha creado un efecto faro que atrae a miles de inmigrantes a intentar el cruce.

Consecuencias de la política migratoria española

Un país dividido

La política migratoria de España ha generado un profundo debate en la sociedad española. Por un lado, están aquellos que creen que España debe mantener su postura humanitaria y seguir acogiendo a los inmigrantes. Por otro lado, están los que consideran que esta política es insostenible y pone en peligro la seguridad y estabilidad del país.

El hecho de que España sea el único país en Europa sin restricciones significativas para la inmigración ilegal ha creado un efecto llamada que atrae a miles de inmigrantes cada año. Esto no solo genera presión sobre los servicios públicos, sino que también crea un ambiente de tensión en las comunidades que se sienten abrumadas por la llegada de inmigrantes.

La seguridad en riesgo

Uno de los argumentos más fuertes en contra de la política migratoria española es el riesgo para la seguridad. La llegada masiva de inmigrantes ilegales no solo crea problemas logísticos, sino que también aumenta el riesgo de infiltración de elementos radicales que podrían planear actos terroristas en el país.

Además, la incapacidad del gobierno para devolver a los inmigrantes a sus países de origen crea un sentimiento de impunidad que puede ser explotado por las mafias y otros grupos criminales. Esto convierte a España en un objetivo fácil para aquellos que buscan aprovecharse de la debilidad de las políticas migratorias del país.

El impacto económico

La inmigración ilegal también tiene un impacto económico significativo. La llegada masiva de inmigrantes crea presión sobre los recursos públicos, como la asistencia social, la vivienda y los servicios de salud. Además, la presencia de inmigrantes ilegales en el mercado laboral puede deprimir los salarios y crear competencia desleal para los trabajadores locales.

A largo plazo, la política de puertas abiertas podría tener consecuencias económicas devastadoras para España, especialmente si el número de inmigrantes sigue aumentando sin control. Sin una política migratoria efectiva, España corre el riesgo de convertirse en un país en crisis, incapaz de ofrecer oportunidades tanto a sus ciudadanos como a los inmigrantes que buscan un futuro mejor.

Reflexiones finales: ¿Acogida o infierno?

España se encuentra en una encrucijada histórica. Mientras el resto de Europa cierra sus puertas a la inmigración ilegal, España se ha quedado como el último bastión de acogida en el continente. Esta postura, aunque humanitaria en su intención, podría tener consecuencias graves para el

RESUMEN Y VIDEO

España se ha convertido en el único país en Europa sin restricciones significativas para la entrada de inmigrantes ilegales, mientras el resto del continente blinda sus fronteras. Mientras los países nórdicos, tradicionalmente abiertos, han cerrado sus puertas y adoptado políticas de cero asilo, España sigue acogiendo sin control, creando un efecto llamada que está desbordando al país.

En lugar de tomar medidas para proteger sus fronteras, el gobierno español ha optado por reforzar los servicios de ONG que apoyan a los inmigrantes ilegales, mientras viaja a países como Mauritania para prometer 250,000 puestos de trabajo a ciudadanos extranjeros. Esta actitud irresponsable no solo invita a más inmigración ilegal, sino que también financia con dinero público a otros países en un intento fallido de frenar la llegada de inmigrantes.

Los números son alarmantes: en solo los primeros 10 días de septiembre, 1,800 inmigrantes han llegado a España, principalmente desde Marruecos, Nigeria, Túnez y Guinea. A pesar de esta avalancha, el gobierno español solo ha logrado devolver un 7% de los inmigrantes marroquíes y un 9% de los argelinos, lo que deja claro que el país se ha convertido en un paraíso para la inmigración ilegal.

Mientras tanto, Hungría, Austria, Alemania, Italia y Francia han adoptado políticas duras y efectivas para controlar la inmigración. Hungría deporta a los inmigrantes ilegales en autobuses pagados por el gobierno, mientras que Alemania ha cerrado sus fronteras después de varios intentos de atentados islamistas. Francia ha recuperado los controles fronterizos y Italia ha logrado reducir la llegada de inmigrantes en un 65%.

Las mafias del tráfico de personas han encontrado en España el negocio perfecto, reduciendo los precios para cruzar a Europa. La ruta desde Libia a España cuesta ahora $3,000 por adulto, y la desde Senegal y Mauritania cuesta $1,500. Este negocio lucrativo asegura prácticamente la llegada de inmigrantes a España, mientras el gobierno se mantiene en una postura de inacción.

La situación en España no solo es un problema de inmigración descontrolada, sino también de seguridad nacional. La incapacidad para devolver a los inmigrantes ilegales a sus países de origen crea un ambiente de impunidad que puede ser explotado por grupos criminales y terroristas, poniendo en peligro la seguridad de todos los ciudadanos.

La presión sobre los recursos públicos es insostenible. La llegada masiva de inmigrantes ilegales está colapsando los servicios de asistencia social, salud y vivienda, mientras el gobierno parece más interesado en mantener una imagen humanitaria que en proteger a sus propios ciudadanos. Esta situación es una bomba de tiempo que podría tener consecuencias económicas devastadoras.

España está sola en esta lucha. Mientras el resto de Europa se cierra, España se ha convertido en un faro para la inmigración ilegal, con consecuencias que podrían ser catastróficas. El gobierno debe despertar y reconocer que su política de puertas abiertas no es sostenible y que está poniendo en riesgo la seguridad y estabilidad del país.

La falta de una política migratoria efectiva no solo está dañando a España, sino que también está alimentando el negocio de las mafias del tráfico de personas. Las medidas adoptadas por otros países europeos demuestran que es posible controlar la inmigración ilegal, pero España sigue negándose a seguir ese camino.

El enfoque ingenuo del gobierno español está conduciendo al país hacia una crisis inminente. Es hora de que España deje de ser el último refugio de la inmigración ilegal en Europa y adopte las mismas políticas estrictas que han implementado otros países del continente.

La situación actual es insostenible y requiere un cambio drástico. El gobierno debe dejar de ignorar el problema y tomar medidas inmediatas para proteger a España de las consecuencias devastadoras de ser el único país europeo que no pone condiciones a la inmigración ilegal.

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