La estrategia fallida de Pedro Sánchez: Incentivar la inmigración ilegal
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, ha tomado una decisión que ha generado una fuerte controversia: ofrecer la regularización de 250.000 inmigrantes ilegales en Mauritania. Esta decisión ha sido replicada en Gambia, y el próximo destino es Senegal. Estas acciones, que se producen tras un reciente aumento en la presión migratoria con 24.000 personas llegando a las Islas Canarias y un intento masivo de cruce en Ceuta, reflejan un enfoque que muchos consideran irresponsable y contraproducente para España.
Este artículo no se limitará a señalar la obviedad de que la política migratoria de Sánchez es peligrosa; el problema es mucho más profundo y se enmarca en un contexto europeo donde los partidos verdes, socialdemócratas y democristianos comparten una agenda común que, según muchos analistas, está contribuyendo al efecto llamada que incentiva la inmigración ilegal hacia Europa.
El papel de la Comisión Europea y la complicidad del Partido Popular
Es fundamental analizar la postura de la Comisión Europea, que ha confirmado que no tiene intención de proteger las fronteras exteriores de la Unión y, en su lugar, llama a implementar el Pacto Europeo sobre Migración. Este pacto, en esencia, alienta el efecto llamada, promoviendo la llegada de más inmigrantes a Europa, algo que muchos ciudadanos consideran una amenaza para la estabilidad social y económica del continente.
El Partido Popular (PP), que en teoría debería oponerse a las políticas migratorias de izquierda, no está exento de responsabilidad. Recientemente, el PP votó junto con la izquierda para regularizar a 500.000 inmigrantes ilegales, contribuyendo así al efecto llamada. Incluso, Juanma Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía, hizo alarde de tener un «corazón ancho», lo que fue interpretado por muchos como una señal de debilidad frente a la amenaza que representa la inmigración masiva e incontrolada.
El contraste con la política migratoria de Giorgia Meloni en Italia
Mientras Sánchez impulsa políticas que incentivan la llegada de inmigrantes, la Italia de Giorgia Meloni ha adoptado una postura completamente opuesta, logrando reducir en un 6% la llegada de inmigrantes irregulares a sus costas. Este contraste no podría ser más claro: mientras en España se habla de regularizar a cientos de miles de inmigrantes de países con culturas radicalmente diferentes, Italia está logrando controlar sus fronteras de manera efectiva.
La problemática cultural y social de la inmigración procedente de Mauritania
La decisión de Sánchez de traer a 250.000 inmigrantes desde Mauritania es alarmante no solo por el número, sino por las implicaciones culturales y sociales que conlleva. Mauritania, oficialmente conocida como la República Islámica de Mauritania, es un país con serios problemas en términos de derechos humanos y prácticas culturales que son completamente incompatibles con los valores de la sociedad española.
El 71% de las mujeres en Mauritania han sufrido mutilación genital, una práctica brutal que refleja la opresión y el sometimiento de las mujeres en ese país. Además, el 15% de las niñas menores de 18 años son casadas forzosamente, y la homosexualidad es penada con la muerte. Traer a 250.000 hombres educados en esta cultura a España es, sin duda, una receta para el desastre social y un desafío para la cohesión social en un país donde la integración ya es un problema significativo.
La hipocresía de la izquierda: Feminismo institucional vs. Realidad
La decisión de Sánchez encaja perfectamente con el discurso progresista y feminista institucional que defiende la izquierda. Sin embargo, esta misma izquierda parece ignorar deliberadamente que está abriendo las puertas a una cultura profundamente machista, homófoba y racista. La hipocresía es evidente: mientras critican a los españoles por su supuesta falta de progresismo, están trayendo a personas de países donde los derechos humanos son violados sistemáticamente.
Gambia: Otro caso preocupante
No contento con su acuerdo con Mauritania, Sánchez ha anunciado un acuerdo similar con Gambia para facilitar una migración «segura, ordenada y regular». Sin embargo, Gambia no es muy diferente de Mauritania en términos de prácticas culturales. El 76% de las niñas y mujeres en Gambia han sido sometidas a la mutilación genital, una cifra aún más alarmante que la de Mauritania. Una vez más, la pregunta que surge es: ¿qué tipo de sociedad está construyendo España al acoger a inmigrantes de países donde las mujeres son sistemáticamente oprimidas y donde los derechos humanos son inexistentes?
El peligro de importar una teocracia islámica
La idea de que estos inmigrantes, al llegar a España, abandonarán sus creencias y prácticas culturales profundamente arraigadas es, en el mejor de los casos, ingenua. Como se ha demostrado una y otra vez en Europa, la importación de poblaciones con una fuerte identidad islámica no solo no lleva a la integración, sino que a menudo resulta en la creación de guetos y comunidades cerradas que rechazan los valores occidentales.
Lo que para nosotros son derechos humanos, para muchos de estos inmigrantes es visto como degeneración y debilidad. Y en cierto sentido, tienen razón: la falta de firmeza y claridad en la defensa de nuestros valores está llevando a Europa a una decadencia moral y a una pérdida de identidad.
La amenaza del terrorismo islamista y la importación de la violencia
La importación masiva de inmigrantes de países islámicos no solo tiene implicaciones culturales y sociales, sino también de seguridad nacional. La reciente detención de cinco personas en Valencia, Cáceres, Alicante y Guipúzcoa vinculadas a una red de apoyo a DAESH es un recordatorio alarmante de los riesgos que conlleva la inmigración descontrolada.
Esta red, que operaba en tres continentes, estaba involucrada en la planificación de atentados y en la financiación de actividades terroristas a través de dinero obtenido en la comisión de actividades delictivas en Europa. Este es solo un ejemplo de los muchos casos en los que la inmigración masiva ha facilitado la entrada de elementos radicales que representan una amenaza directa para la seguridad de los ciudadanos europeos.
El caso de Mauritania: Un ejemplo de cómo la inmigración puede ser un caballo de Troya
Mauritania ha sido escenario de varios ataques terroristas, incluyendo el secuestro de tres cooperantes españoles, lo que demuestra que la amenaza del terrorismo islamista es real y presente. A pesar de esto, Sánchez sigue adelante con su plan de traer a 250.000 personas de este país a España, una decisión que muchos consideran irresponsable y peligrosa.
La crisis migratoria en Canarias: Un síntoma de la política fallida
La crisis migratoria en Canarias es otro indicador claro del fracaso de la política migratoria del gobierno. Con 24.000 inmigrantes ilegales llegando en lo que va de año, las islas están al borde del colapso, incapaces de manejar tal afluencia de personas. Este problema no se limita a Canarias; se está extendiendo a otras partes de España, con Marruecos utilizando la inmigración como una herramienta de chantaje para obtener concesiones políticas y económicas de España.
El colapso de los centros de acogida y el aumento de la delincuencia
Los centros de acogida en Ceuta están sobrecargados, con una ocupación que supera el 479% de su capacidad. Este colapso no solo afecta a los inmigrantes, sino también a las comunidades locales, que ven cómo la delincuencia aumenta y la calidad de vida se deteriora. La situación es especialmente grave en los barrios populares, donde la llegada masiva de inmigrantes ha llevado a un aumento de los conflictos sociales y a un sentimiento de inseguridad entre los residentes.
En contraste, los políticos y las élites que promueven estas políticas viven en zonas residenciales seguras, alejadas de los problemas que ellos mismos han contribuido a crear. Esta hipocresía es evidente y provoca un profundo malestar entre los ciudadanos que sienten que su país está siendo vendido a intereses ajenos.
La lección de Meloni: Multar a las ONGs y controlar la inmigración
Mientras que en España se incentiva la inmigración, en Italia, bajo el liderazgo de Giorgia Meloni, se está aplicando una política completamente diferente y mucho más efectiva. Italia ha logrado reducir en un 62% la llegada de inmigrantes irregulares a sus costas. ¿Cómo? Adoptando medidas que parecen de sentido común, pero que en el contexto actual de Europa, son vistas como radicales.
La política de sanciones a ONGs y la reducción de la inmigración
En lugar de subvencionar a las ONGs que facilitan la llegada de inmigrantes, como se hace en España, Italia ha optado por multar y bloquear los barcos de rescate de estas organizaciones. Un ejemplo de
esto es la multa y bloqueo de 60 días impuesta a un barco de Médicos Sin Fronteras después de que rescatara a 191 inmigrantes. Esta acción envía un mensaje claro: Italia no tolerará la inmigración ilegal ni la participación de ONGs en lo que muchos consideran el último eslabón de la mafia de trata de personas.
¿Ignorancia, maldad o intereses egoístas?
La pregunta que muchos se hacen es: ¿Por qué el gobierno español sigue incentivando la inmigración ilegal? La respuesta puede ser una combinación de ignorancia, maldad y intereses egoístas. Lo cierto es que estas políticas están destruyendo la cohesión social y poniendo en peligro la seguridad de los ciudadanos.
El futuro de España: Una sociedad en declive
El futuro de España bajo estas políticas es sombrío. Los barrios populares seguirán deteriorándose, la delincuencia aumentará y los conflictos sociales serán cada vez más frecuentes. Al final, seremos nosotros, los ciudadanos comunes, quienes pagaremos el precio de estas decisiones. Y, lo más trágico, es que lo estamos haciendo sin necesidad y sin que ello aporte ningún beneficio real al país.
El coste económico y social de la inmigración masiva
Además del impacto social, la inmigración masiva tiene un coste económico que no podemos ignorar. La incapacidad de los jóvenes españoles para independizarse, debido a la falta de empleo y oportunidades, contrasta con la llegada masiva de inmigrantes que saturan el mercado laboral y desmantelan nuestra industria y agricultura. Esto no es una cuestión de solidaridad, sino de racismo paternalista: se están trayendo inmigrantes para hacer los trabajos que no queremos que hagan nuestros hijos, mientras destruyen los medios de vida de los ciudadanos españoles.
La destrucción de los barrios populares y la creación de guetos
La inmigración masiva está destruyendo los barrios populares, convirtiéndolos en guetos donde la delincuencia y la inseguridad son la norma. Mientras tanto, las élites políticas viven en sus zonas residenciales seguras, lejos del caos que ellos mismos han fomentado. Esta desconexión entre las élites y la realidad que vive la mayoría de los ciudadanos es una de las razones por las cuales la desconfianza en las instituciones está en su punto más alto.
Conclusión: Una sociedad en decadencia
En un año en el que se han batido récords de inmigración ilegal, con 24.000 inmigrantes llegando solo a Canarias, es evidente que la política migratoria de España está en crisis. Mientras países como Italia están tomando medidas para proteger sus fronteras y reducir la inmigración ilegal, España sigue un camino peligroso que puede llevar al país a un colapso social.
El futuro de España depende de nuestra capacidad para controlar nuestras fronteras y proteger nuestra identidad. Si seguimos por el camino actual, nuestros nietos no podrán salir a las calles con seguridad y nuestras nietas tendrán que cubrirse para protegerse en una sociedad que ya no reconocerá los valores que una vez definieron a España.
Es hora de exigir responsabilidad a nuestros líderes y de tomar medidas para proteger a nuestro país de la decadencia y el colapso. No es racismo defender nuestras fronteras; es sentido común. España merece un futuro mejor, y ese futuro depende de las decisiones que tomemos hoy.
RESUMEN Y VIDEO
Pedro Sánchez ha decidido regularizar a 250.000 inmigrantes ilegales en Mauritania, una medida que ha sido replicada en Gambia y pronto se implementará en Senegal. Esta política, que incentiva la inmigración masiva desde países con culturas radicalmente diferentes, es una muestra de la irresponsabilidad del Gobierno español.
Mientras Sánchez fomenta la inmigración ilegal, Italia, bajo Giorgia Meloni, ha logrado reducirla en un 62%. Esta diferencia abismal subraya la ineptitud del Gobierno español para proteger nuestras fronteras y preservar la estabilidad social y económica de España.
En Mauritania, país de origen de estos inmigrantes, el 71% de las mujeres han sufrido mutilación genital y la homosexualidad se castiga con la muerte. Traer a 250.000 personas de una cultura tan incompatible con los valores europeos es una receta para el desastre social.
La hipocresía de la izquierda es evidente: mientras se llenan la boca hablando de feminismo, abren las puertas a personas de países donde las mujeres son sistemáticamente oprimidas y los derechos humanos son inexistentes. Esto es un claro acto de traición a los principios que dicen defender.
El Partido Popular no se libra de críticas, ya que recientemente votó junto con la izquierda para regularizar a 500.000 inmigrantes ilegales. Su complicidad en la promoción del efecto llamada es un acto de cobardía y una traición a sus votantes.
La crisis migratoria en Canarias es un ejemplo del colapso al que nos lleva esta política. Con 24.000 inmigrantes ilegales llegando en lo que va del año, las Islas Canarias están al borde del colapso. El Gobierno parece incapaz de proteger ni siquiera sus propios territorios.
Los centros de acogida en Ceuta están sobrecargados con una ocupación que supera el 479% de su capacidad. Este desbordamiento ha provocado un aumento de la delincuencia y un deterioro en la calidad de vida de los ciudadanos, especialmente en los barrios populares.
Las recientes detenciones en España de individuos vinculados a redes terroristas como DAESH demuestran el peligro de importar inmigrantes sin un control adecuado. La amenaza del terrorismo islamista es real, y el Gobierno está jugando con fuego al fomentar la llegada de personas de países donde el extremismo es prevalente.
Italia ha dado una lección a España multando y bloqueando a ONGs que facilitan la inmigración ilegal. En lugar de seguir este ejemplo, el Gobierno español prefiere subvencionarlas y permitir que continúen su labor de desestabilización social.
El impacto económico de esta inmigración masiva es devastador. Los jóvenes españoles se ven cada vez más desplazados en el mercado laboral, mientras el país se llena de inmigrantes dispuestos a aceptar condiciones laborales precarias. Esto no es solidaridad; es explotación disfrazada de progresismo.
La inmigración masiva está destruyendo los barrios populares, creando guetos y aumentando la inseguridad. Las élites políticas que promueven estas políticas viven lejos de los problemas que causan, protegidas en sus zonas residenciales seguras. Esto es una burla para los ciudadanos que sufren las consecuencias.
Finalmente, el futuro de España está en juego. Si no tomamos medidas inmediatas para proteger nuestras fronteras y defender nuestra identidad, nos enfrentaremos a un colapso social y económico. Es hora de exigir responsabilidad a nuestros líderes y detener esta locura antes de que sea demasiado tarde.
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